La historia del queso se remonta a la antigüedad, con los primeros quesos elaborados en el Medio Oriente hace más de 8,000 años a partir de la leche de cabra, oveja y vaca. En el siglo XVI, la invención de la prensa de queso permitió a los queseros crear variedades con diferentes sabores, texturas y formas. Durante los siglos XVII y XVIII, los quesos se popularizaron en toda Europa, y hoy en día, son una parte integral de la dieta en muchos países.
Más de 500 variedades de queso se han desarrollado en todo el mundo, cada una con su propia singularidad. Aquí están los principales tipos:
Quesos frescos: No madurados, suaves y de textura suave. Incluyen el queso feta, ricotta y queso de cabra. Perfectos para ensaladas, pastas y pizzas.
Quesos madurados: Experimentan un proceso de maduración, lo que les da un sabor más fuerte y una textura firme. Ejemplos: parmesano, cheddar y gouda. Ideales para sándwiches y ensaladas.
Quesos de capa: Tienen una capa de sal, especias o hierbas. Sabor fuerte y textura firme. Incluyen queso feta, Roquefort y brie. Úsalos en ensaladas, pastas y pizzas.
Quesos de corteza blanda: Tienen una corteza suave y una pasta interior. Ejemplos: camembert, boursault y brie.
Quesos de corteza dura: Tienen una corteza más firme y una pasta compacta. Ejemplos: gouda, parmesano y manchego.
Cada tipo de queso ofrece una experiencia única para el paladar, desde los suaves y cremosos hasta los fuertes y añejados. 🧀🥖